La justicia en España es lenta pero, si se la deja trabajar, concienzuda. Algo que saben muy bien los políticos de una y otra laya, que buscan controlarla de todas las maneras posibles, aunque mientras estén en la oposición se les llene la boca de proclamas sobre la independencia de la Justicia.
Uno de los casos -son tantos que resulta
difícil seguirles la pista- en los que el psicópata de la Moncloa y su entorno
se han visto involucrados es el del espionaje de sus móviles a través de la
aplicación Pegasus. Un caso que muchos creemos que, de ser desentrañado,
explicaría no pocos de los cambios de opinión del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, especialmente en relación
con nuestro vecino al Sur de Ceuta y Melilla.
Como he dicho, ese caso ha quedado sepultado
en los titulares por la avalancha del resto de escándalos. Pero el juez instructor,
paciente y resuelto, no ha cejado en sus esfuerzos, y a comienzos del mes
pasado, reactivó el caso, solicitando información a Francia y enviando una comisión rogatoria a Israel.
Esperemos enterarnos de todo aquello que se descubra.
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