Robin Hood, el legendario forajido sajón, robaba a los ricos para dar el dinero a los pobres. El desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, en cambio, roba a los pobres para hacerse ellos más ricos. Y todavía pretenden que nos creamos que lo hacen por nuestro bien.
Vamos a dejar aparte la valoración de si la
subida del salario mínimo interprofesional es, en términos generales, una
medida beneficiosa o perjudicial, que ese es un tema que daría para mucha
materia, y vamos a centrarnos en el hecho de que, de manera continuada, la
tucán de Fene ha ido subiéndolo vez tras vez.
Hasta ahora, se hacía de modo que quienes cobraran ese salario quedaran dentro del llamado mínimo vital exento del impuesto de la renta, de modo que no tenían que tributar. Pero con la última subida se ha roto esa tendencia, y de cada diez euros de subida Petisú, valga la metonimia, se va a quedar con cuatro. Eso, por no hablar del incremento en los costes laborales para el empresario -que, lejos de ser el explotador que pregonan los demagogos de izquierdas, valga la redundancia, es quien arriesga su dinero-, que mandará dos euros largos más al dinero que es de todos. De todos, indocta egabrense. De todos.
Y quizá para demostrar quien tiene la sartén por el mango, los de la mano y el capullo se empecinan en la tributación del salario mínimo interprofesional y no tienen empacho en dejar a la tucán de Fene con las plumas al aire.
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