Quizá, por fin, el desgobierno socialcomunista haya pinchado en hueso en su ataque a España y sus instituciones. Me refiero, cómo no, al veto que ejerció sobre la presencia de Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años, en la entrega de despachos a los nuevos jueces, que se celebró ayer en Barcelona.
Y
lo digo por el modo absolutamente desaforado en que han reaccionado. Primero fue
la portacoz en el Congreso de los Diputados, esa indocumentada a la que
sólo el lenguaje excluyente hace que su apellido no sea el Lastre que supone,
al criticar la reacción del presidente del Tribunal Supremo y del Consejo
General del Poder Judicial ante la mencionada ausencia. Según ella, Carlos
Lesmes ha sobredimensionado la ausencia, y a continuación le ha sugerido
que dirija sus críticas hacia el PP por no haberse plegado a las exigencias de Sin
Vocales (la valoración es mía, claro) en relación con la renovación del
llamado órgano de gobierno de los jueces.
Probablemente,
ese peso muerto que es vicesecretaria suciolista -¡quién diría que
vendría alguien que haría bueno a un ineto como Pepiño!- ignorara
que, un cuarto de siglo después, estaba por fin dando respuesta a aquella pregunta
retórica de Isidoro, captada por una cámara, cuando se interrogaba sobre
si no había nadie que les dijera a los jueces lo que tenían que hacer.
Carlos
Lesmes lamentó la ausencia del Jefe del Estado en un acto, ya que considera que
su presencia es la expresión del apoyo permanente de la Corona al Poder
Judicial en su defensa de la Constitución y de la ley en beneficio de todos los
españoles a los que servimos. Felipe VI telefoneó a Lesmes para comunicarle
que le hubiese gustado acompañarle en el acto de entrega de despachos a los
nuevos jueces.
Y
aquí vienen las reacciones: los neocom critican al Rey y al presidente
del Supremo, considerando que ha roto su neutralidad política… sin darse
cuenta -ni yo, hasta prácticamente escribirlo- que eso supone un reconocimiento
implícito de que el veto tenía carácter e intención políticos; el ninistro
de Injusticia considera que los jueces que lanzaron los Vivas a Su
Majestad en el acto del que estaba ausente porque el Gobierno no quiere
(parafraseando a Muñoz-Seca) se habían pasado tres vueltas. Pero la
confirmación ha venido de Moncloa, que considera que el Rey les ha traicionado.
Vamos
a ver, panda de mentecatos miserables, hijos de mil padres: la Corona sólo debe
lealtad a España y a los españoles. Y quien traiciona a un traidor (suponiendo
que tal cosa sea traición) ha cien años de perdón.
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