Hace casi un mes parecía que lo que llevaba tanto tiempo anunciando -que el Farça se hundiría el día que el enano hormonado dejara de jugar en sus filas- se iba a producir.
En
efecto, el argentino comunicó al club su deseo de marcharse, y un par de días
después la noticia era que su padre ya negociaba el fichaje por el Manchester City, el club que ¿entrena? el calvo melifluo.
Desgraciadamente,
todo salió mal. Parece que el argentino seguirá jugando en el club fundado por
un suizo, probablemente a desgana; parece, por lo tanto, que no jugará en el
equipo dirigido por el entrenador más sobrevalorado de la historia del fútbol
mundial, con lo que nos perdemos, de momento, el monumental batacazo que
supondrá jugar en un equipo que no juega para él y en una liga en la que los
árbitros (¿qué más quieres que te dé?) no son escandalosamente parciales
a su favor.
Seguiremos esperando, pues.
No hay comentarios:
Publicar un comentario