No hace demasiado tiempo, la indocta egabrense Pixidixit declaraba, muy ufana ella, que El feminismo es de todas... no, bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista.
Como
en tantas otras cosas, como tantos otros socialistas, erraba (es lo que tienen los
homófonos y los jumentos, y que me perdonen los asnos). Eso, siendo clementes y
bien pensados, porque la alternativa, mucho más probable, es que mentía como
una bellaca.
Porque
si las mujeres votaron en la añorada (por los giliprogres) segunda república
española, no fue precisamente gracias a progresistas y socialistas, sino
a la derecha. En efecto, por parte de la izquierda se consideraba que las
mujeres estarían influidas por los curas a la hora de votar, con lo que
sus sufragios irían en masa a la derecha; eso cuando no soltaban perlas -éstas
no me las conocía hasta que me he documentado para esta entrada- como que la
mujer es histerismo y se deja llevar por la emoción y no por la reflexión
crítica (Roberto Novoa, de la Federación Republicana Gallega), o que el
histerismo impide votar a la mujer hasta la menopausia (Hilario Ayuso, del
Partido Republicano Federal, que también propuso una enmienda por la que los varones
pudieran hacerlo desde los 23 años, pero las mujeres desde los 45), o que es
necesario que las mujeres que sentimos el fervor democrático, liberal y
republicano pidamos que se aplace el voto de la mujer (Victoria Kent, del Partido
Radical Socialista, en el Congreso el 1 de Octubre de 1.931; más tarde propondría,
infructuosamente, que las mujeres no depositaran su papeleta en unas elecciones
generales hasta haberlo hecho dos veces en unas municipales).
¿Y
quién estaba a favor del sufragio femenino activo? Pues Clara Campoamor, que
señalaba, entre otras cosas, lo siguiente:
¿De qué se acusa a la mujer? ¿De ignorancia? Si se trata de analfabetismo, las estadísticas afirman que, desde 1886 a 1910, el número de analfabetos entre las mujeres ha disminuido en 48.000, mientras que en los hombres en menos proporción. La curva ha seguido así hasta hoy, un momento en que la mujer es menos analfabeta que el hombre.
Y
tras esta ración de Historia seria, vamos con un poco de demagogia barata, para
demostrar que es fácil pillar a la izmierda con sus propios trucos. Se suele
decir que en el franquismo la mujer casada era una ciudadana de segunda, y que
no fue hasta la reforma del Código Civil que se igualó en derechos al varón. Pero
si uno busca esa reforma concreta, se encuentra con que fue aprobada el 2 de
Mayo ¡de 1.975! Vivo por tanto el Generalísimo, vigentes las Leyes
Fundamentales y, en fin, en pleno franquismo. Así que si en España las mujeres primero
pudieron votar, y luego tuvieron los mismos derechos que el hombre… no fue gracias
a la izquierda, sino a la derecha.
Zas,
en toa la boca.
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