Vamos a decirlo claramente: Pedro Sánchez-Castejón, presidente del Gobierno de España, no es un demócrata. No cree en las libertades de los demás, ni en los derechos de los demás, ni en las opiniones de los demás, ni en la separación de poderes.
Como
casi todos los socialistas -me refiero, como siempre, a los políticos, no a los
de base- que ha habido en España, son marxistas de corazón: conciben las
instituciones democráticas como un medio para alcanzar el poder y, una vez
conseguido, mantenerse en él. Y si para mantenerse en él necesitan pasar de las
reglas democráticas como de la mierda, pues pasan, y a otra cosa,
mariposa.
Ya
lo dijo muy claro en una entrevista televisada: ¿De quién depende el
Ministerio Fiscal? Del Gobierno, ¿no? Pues eso. Y eso es lo que tenemos,
con una fiscal general del Estado que es, en realidad, sin disimulos y sin
ambages, una fiscal general del Gobierno. ¿Qué se puede esperar de quien se
juntaba con políticos corruptos y jueces prevaricadores, se blasona de progresista
pero llama maricón a un compañero de carrera, y pasa del ministerio de
Justicia a la Fiscalía General del Estado sin solución de continuidad?
Por
lo tanto, que la Fiscalía del Tribunal Supremo haya pedido archivar las veinte querellas contra el Gobierno por la gestión de la pandemia no sorprende en absoluto. Y menos
cuando el teniente fiscal del Supremo, un tal Luis Navajas al que no tengo el
disgusto de conocer, resulta ser de la cuerda de la susodicha.
Por
ello, y por mucho más…
¡¡¡EL GOBIERNO ES RESPONSABLE!!!
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