La corriente de la corrección política denota, sobre todo, una falta de perspectiva. Juzga el pasado en función del presente, sin darse cuenta de que es probable que, en el futuro, se llegue a la conclusión que algunos sostenemos ya: que es una estupidez… y eso, siendo suaves.
Hace
ya un par de décadas, si mal no recuerdo, que se propugnaba una edición políticamente
correcta del Huckleberry Finn de Mark Twain, en la que
desaparecieran del texto todos los negro (nigger, en el original)
por ser, en la actualidad, un término considerado ofensivo. Pero no lo era hace
ciento cincuenta años, que es cuando la novela se escribió y está ambientada, y
ofende al sentido común el pretender que la realidad sea otra.
Hace
un par de meses, el tema era no programar una de las obras maestras del cine, Lo que el viento se llevó, por motivos parecidos. Y por motivos parecidos es
una estupidez, porque si una obra pretende reflejar lo que ocurría en el Sur de
Estados Unidos a mediados del siglo XIX, es inevitable que aparezcan negros,
que esos negros sean esclavos y que a esos esclavos, salvo excepciones, se les
trate mal.
Y ahora es, para remate, el colmo de la estupidez. La edición francesa de Diez negritos, de Agatha Christie, cambiará su título porque se considera que el actual tiene una connotación racista. Mirando en Wikipedia, veo que la canción se cambió a Diez pequeños indios: se ve que los nativos americanos no tienen tanta sensibilidad racial como los negros... o están peor organizados.
Pues por mí se pueden meter la nueva edición por donde no les da el sol, a ver si así les aprovecha. De canto, a ser posible.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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