La fiscal general del desgobierno socialcomunista fue antes ninistra de Injusticia. Como tal, ejercía como notaria mayor del Reino, y en calidad de tal dio fe de la profanación de la tumba del que fuera Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, Su Excelencia don Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios.
No
demostró en aquella ocasión demasiada perspicacia: siguiendo las órdenes de a
quien no hace tanto miraba con arrobo -sólo una imagen reciente me ha producido
mayor asco, y es la de Masturbito aplaudiendo (y teniendo toda la cara
de, perdón por la vulgaridad, estarse meando en las bragas de gusto) a zETAp al
conmemorarse el centésimo aniversario de la presencia de los de la mano y el
capullo en el Parlamento español-, no permitió que los restos mortales de quien
venciera al bolchevismo en los campos de batalla se trasladaran cubiertos por
la bandera rojigualda con el águila de San Juan. Y he aquí que la familia del
finado se la coló doblada, porque la tela que cubría el féretro era el pabellón
como Jefe del Estado del difunto.
Ahora,
en una nueva muestra de indignidad -y de estulticia-, esta ígnara pone a la
Fiscalía al servicio de la desmemoria histérica para que Argentina investigue el franquismo. Yo que ella tendría cuidado, puesto que en los primeros años del
régimen anterior fue precisamente el trigo argentino el que permitió
sobrevivir a los españoles, por no hablar de las simpatías entre ambos
regímenes, la visita de Eva Duarte de Perón a España, etcétera etcétera.
Pensándolo
mejor: sigue adelante, Lolita, maja, a ver si le proporcionas a tu jefe de
filas lo que tu nombre de pila significa.
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