Con un socialista español, determinar cuál va a ser su curso de acción resulta bastante sencillo: si dice que va a hacer algo, no lo hará; si afirma que no actuará de determinada manera, actuará precisamente de esa manera que niega tajantemente; y si, preguntado directamente por qué decisión tomará sobre un tema concreto, contesta con evasivas y vaguedades, entonces… entonces piensa mal y acertarás.
Ejemplo
de lo primero: cuando un cargo socialista promete guardar y hacer guardar la Constitución
(alguno me dirá que eso vale, en general, para los de cualquier partido, y lo
concedo, pero estoy hablando de los socialistas). Ejemplo de lo segundo: cuando,
a mediados de los ochenta, Solchaga afirmaba que no se devaluaría la peseta. Ejemplo
de lo tercero: cuando, semana tras semana, se preguntaba en sede parlamentaria
al presidente del desgobierno (éste y el anterior) qué postura tomaría ante la
posibilidad de indultar a los golpistas catalanes, Pierre Nodoyuna contestaba
invariablemente con evasivas o daba una larga cambiada.
Por
eso, la noticia de que el ninisterio de Injusticia tramitará la semana próxima los indultos a los golpistas condenados –que Moncloa justifica diciendo
que el Gobierno está obligado a tramitarlos la semana que viene- no
debería causar la más mínima sorpresa.
Si acaso, sorprende que hayan tardado tanto…
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