Si
ayer decía que para la izquierda española el trabajar unidos es su
manera de nombrar el silencio servil, hoy podríamos decir que la solidaridad
es cargar la responsabilidad en aquellos que no comparten su ideología, y liderazgo
es echarles la culpa a los teóricos liderados.
A
principios de mes, Sin vocales por fin tuvo que admitir lo evidente: la
pandemia de la Covid-19 volvía a estar fuera de control, si es que alguna vez
lo estuvo. ¿Significa eso que asumiera su parte de responsabilidad (enorme,
pensamos algunos; ínfima, pensará él)? Nada más lejos de la realidad.
Lo
que hizo fue señalar a la Comunidad de Madrid -presidida, mira tú qué
casualidad, por una política del PP- como una de las causas de los malos datos
que arroja la pandemia en España; u culpar a los españoles -no a su
desgobierno, con su continuo cambio de criterios, con su falta de ejercer el
mando único, con su silencio ante lo que sabían que iba a pasar, con su
ideologización criminal fomentando los aquelarres feminazis del ocho de Marzo-
del repunte de contagios.
Por
ello, y por mucho más…
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