El giliprogrerío es cada vez más gili y menos progre. Hace un año, surgió el tema de las traducciones de las obras literarias.
La holandesa Marieke
Lucas Rijneveld, premio Booker Internacional -es decir, no una juntaletras del
montón, en principio-, tuvo que rechazar el encargo de traducir a Amanda Gorman
-la poetisa negra que leyó unos versos en la toma de posesión del
pedófilo senil- por las críticas que le cayeron encima… por ser blanca.
Como toda quedabien, la holandesa declaró que entendía a la gente que se siente herida. No se refería a los que tenemos un poco de sentido común y dos dedos de frente, sino a los ofendiditos.
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