Desde hace siglo y medio, España ha tenido dos enemigos internos: los regionalismos supremacistas -el vasco y el catalán- y los partidos de izquierdas. Por más que algunos digan ahora que con este PSOE no se puede pactar, el hecho es que nunca se ha podido pactar con los de la mano y el capullo. Pactar confiando en que se atendrían a lo pactado, se entiende.
Los comunistas, menos
sutiles -o más brutos, si no nos andamos con paños calientes- en general que
los socialistas, tampoco es que se hayan andado con chiquitas a la hora de pactar
con los enemigos de España, lo español y los españoles, ya fueran internos o
externos.
Y como ni el leopardo
pierde sus manchas, ni el escorpión puede sustraerse a su naturaleza, los comunistas
españoles apoyarán todo aquello que vaya contra España, aunque sea unirse a los
secesionistas para presionar al Gobierno (el desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer, del cual forman parte) contra el español,
lengua qua habría sido impuesta.
Teniendo en cuenta que es la Constitución la que lo establece, es una imposición que los españoles hemos decidido imponernos a nosotros mismos.
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