En realidad, la disociación de la realidad es la respuesta de la mente a un episodio traumático. Una cosa bastante seria, por lo tanto. Pero creo que la expresión refleja bastante bien el tema del que quiero hablar, que es el mundo en el que cree que vive el psicópata de La Moncloa.
Este hombre ha mentido
tanto, tantas veces y a tanta gente, que parece haber llegado a creerse sus
propias mentiras. Su vida pública es un continuo postureo, un no acabar de fingir
lo que no es (valiente, resolutivo, importante). Algo que convence sólo a los
ya convencidos, pero no a los que no le creen o nunca le creímos.
Porque cuando arrancó la
crisis de Ucrania -o cuando pasó a mayores, puesto que es algo que se venía
incubando desde hace tiempo-, el psicópata de La Moncloa encargó un video (¡otro!)
en el que fingía estar concentrado en resolver el problema, hablando por
teléfono (¿con quién?) y tomando notas… ¡con ambas manos!, algo que le pondría
a la altura de polímatas como Leonardo da Vinci.
Naturalmente, fue casi
de inmediato objeto de mofa, befa y escarnio en las redes sociales; lo que peor
le puede sentar a un acomplejado como él (como decía Tywyn Lannister, Cualquier
hombre que tiene que decir, ‘yo soy el rey’, no es un verdadero rey).
Pero lo peor vino después, cuando la ninistra portacoz del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer manifestó, toda campanuda ella, que se sentían partícipes de la reunión virtual celebrada por el pedófilo gagá… en la que España no estuvo incluida.
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