Es difícil saber, dados los reconocimientos comentados en este blog hace poco -por el interés te quiero, Andrés, y demás- si todos los políticos secesionistas están internamente convencidos de los postulados que proclaman o no.
Me inclino a pensar que
no, pues bien que se encargan de mandar a sus hijos, cuando pueden, a centros educativos
en los que se les enseña algo más que ese dialecto del occitano que se habla en
Barcelona al que llaman catalán.
Sin embargo, han
alimentado a la bestia -como han hecho siempre los revolucionarios de salón-,
y ya no pueden controlarla. Y aun cuando le vean los dientes al lobo de la
Justicia española (oprobiosa, opresora, malvada), no pueden recular, porque los
sindicatos de la enseñanza en la región amenazan al presidente del consejo
regional de gobierno y al consejero regional de Educación con dejar de dar
clases a los niños y hacer huelga si se da cumplimiento a la sentencia que obliga
a cumplir lo que dice la Ley.
Que al menos (¡al menos!) un veinticinco por ciento de las horas lectivas deben darse en español.
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