Sé que me repito, pero es que mis criticados también lo hacen, así que ¿qué queréis que haga uno?
Una de mis matracas
recurrentes -pleonasmo, ya que una matraca se caracteriza, precisamente, por
repetirse una y otra vez- es que, dejados a su aire, los secesionistas
catalanes se despellejarían unos a otros, y que lo único que lo evita es el
hecho de que sólo el odio a España supera la aversión que se tienen unos a otros.
Hace diez días, el
consejo regional de gobierno de la región realizó un homenaje a Jorgito
Polluelo. El diputado ierreceo de apellido descriptivo criticó el
acto, calificándolo de blanqueamiento de la corrupción.
Algo me dice que, si habló así, no fue porque, de repente, le hubiera sobrevenido un rapto de celo legalista.
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