Cuando leí el titular -Los periodistas de cine piden respeto a los actores españoles- pensé que pedían respeto para los actores españoles (y de ahí el título de la entrada, como se verá en el tercer párrafo de esta entrada). Pero no, pedían respeto para la prensa especializada por parte de los actores.
Desconozco cómo son las
cosas en otras partes del mundo, pero entre los Pirineos y Gibraltar los
actores, sobre todo si son de izquierdas (esto viene a ser casi un pleonasmo)
se dan unos aires totalmente infundados. Se autocalifican como artistas,
pero un artista, además de hacer algo que nadie más es capaz de hacer -en ese
sentido, tengo en bastante poca consideración la categoría artística de
Juan Miró-, es alguien que, en principio, trabaja por amor al arte, al menos
con carácter predominante o principal.
Y los españoles
trabajan, salvo honrosas excepciones que en este momento soy incapaz de concretar,
por amor al vil metal. Y, teniendo en cuenta que no respetan a la mitad (al
menos) de los españoles que no comulgan con sus soflamas, pedir que respeten a
los integrantes del cuarto poder es poco menos que una quimera.
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