Al principio, iba a llamar esta serie de entradas Guerra en Ucrania. Sin embargo, visto el desarrollo de los acontecimientos, que parecen aproximarse a un piensa mal y acertarás, quizá éste sea más acertado (entendiendo que al hablar de Rusia básicamente se está haciendo referencia a su autócrata) y, desde luego, tiene más sonoridad y hasta abolengo histórico. En cuanto a la primera entrada de esta serie, fue la reflexión atemporal del 21 de Marzo.
Poco después de invadir
Ucrania -al día siguiente, de hecho-, Rusia amenazó con consecuencias
militares si Suecia o Finlandia entraban en la OTAN. Dado que ambas naciones
pertenecen ya a la Unión Europea, no podría atacarlas directamente sin esta r
atacando (supongo), de facto, a toda la Unión; pero, con esas amenazas,
está buscando de hecho finlandizar Escandinavia y controlar, por el
miedo, lo que es difícil que alcance por la pura fuerza de las armas.
Lo que no se da cuenta es que, quizá, sus amenazas produzcan exactamente el efecto contrario al pretendido, esto es, que ambos países ingresen en la Alianza Atlántica. Y es que, como dijo Julius Benedict, cuando te marcas un farol tienes que contar con que pueden pillarte.
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