Uno de los jefes que tenido en mi vida profesional
tenía, entre otros, un rasgo enervante: cuando te hacía una pregunta, daba lo
mismo lo que le respondieras, porque él ya tenía una contestación preconcebida
en su mente, y continuaría la conversación con independencia de lo que tú
hubieras dicho. Así que, con el tiempo, opté por pagarle con la misma moneda, en
el sentido de pasar de lo que me dijera.
Hasta donde sé, este hombre sigue vivo
-aunque se jubiló hace cosa de una década-, por lo que no cabe que se haya
reencarnado en el ninistro Pequeño. Pero tal parecería, a tenor del
hecho acaecido con motivo del Consejo de la Guardia Civil celebrado hace un par
de semanas. En dicho consejo se votaba la nueva ley de personal, esa que obliga
a privilegiar a las mujeres en los procesos selectivos, aunque tengan peor nota
que aspirantes masculinos.
La asociación mayoritaria en la Benemérita, Justicia
para la Guardia Civil (JUCIL), se opone a esa medida, como también a la
eliminación del delito de sedición o a la expulsión del Cuerpo de Navarra, y
defiende la Constitución, el Estado de Derecho y la unidad de España. Son, en
definitiva, un grano en el culo del psicópata de La Moncloa y del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer.
Fiel a su costumbre, el consejo de ninistros
había incluido en la norma a debatir algo que no tenía demasiado que ver con
ella, pero con lo que querían pillar en un renuncio a la asociación díscola.
En concreto, rehabilitar a un grupo de guardias sancionados y expulsados
injustamente en los años noventa.
El problema para la agencia de viajes para
asesinos de ultraizquierda en que se ha convertido el antaño Ministerio del Interior
es que no sólo JUCIL rechazó su propuesta. De hecho, ninguna de las
asociaciones votó a favor de la misma, salvo la de los paniaguados que el poder
procura colocar en todas partes.
Enlazando con el primer párrafo, el ninisterio
ya tenía preparada una nota de prensa en la que se decía que el
Consejo avalaba el proyecto. Digan lo que digan algunos, y sean cuales
sean las razones por las que cada asociación votó en un sentido o en otro, el
hecho es que, como diría Mark Twain, las noticias sobre ese aval fueron un tanto
exageradas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!