Dice el viejo refrán castellano que antes se coge a un mentiroso que a un cojo. Si el mentiroso es, además, necio y fatuo, poco menos que se pondrá en las manos de quien pretenda cazarle.
Tras la rebaja de la sedición y la malversación,
a los de la mano y el capullo se les llenó la boca diciendo que lo hacían por
la concordia y la paz en Cataluña, y que nunca tendría lugar un butifarrendum
III. Todo ello, a pesar de que por activa, por pasiva y hasta por
perifrástica los secesionistas catalanes afirmaran y afirmen que lo volverán a
hacer.
Y como hace tiempo que la franquicia catalana
de los suciolistos no es más que una copia barata del regionalismo
separatista con barretina, menos de un día después de las pomposas proclamas del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer salió a la
palestra el filósofo perico y certificó que sí habría consulta a los catalanes.
Aunque luego lo matizara diciendo que no sería decisorio, y que sería sobre esto, lo otro o lo de más allá, quedó claro que no se ponen de acuerdo entre ellos ni siquiera en cómo mentir.
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