Por ahí le leído, en referencia a la actual situación política de España, y parafraseando a sir Winston Leonard Spencer Churchill, que nunca tan pocos impusieron su voluntad a tantos. Los pocos son los separatistas catalanes en general, y los ierreceos en particular; los tantos son, claro, el resto de los españoles.
Y es que ya no se molestan en disimular, ni
unos su prepotencia ni otros -el desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer- su complicidad. Y mientras, hace un mes, los primeros
imponían una nueva exigencia al psicópata de La Moncloa, en el sentido de que
fuera el mismo pleno del Congreso de los Diputados el que votara el fin del
delito de sedición y la aprobación de los presupuestos generales del Estado, el
segundo consentía.
Y todavía habrá quienes le defiendan o, al menos, le disculpen.
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