Uno no sabe si la marquesa de Villa Tinaja dice las cosas que dice por estupidez o por soberbia. Probablemente sea, como ocurre con la mayoría de la izquierda española, por una mezcla de ambos factores.
Hace semanas, afirmó en sede parlamentaria
que los niños pueden tener sexo con quien quieran. Teniendo en cuenta que ese con
quien quieran incluye a sujetos de toda edad posible, la ninistra de
Lomismodá estaba admitiendo la
pederastia.
Pudo retractarse de sus palabras. Pudo,
incluso, decir que había sido malinterpretada, una excusa bastante común en los
políticos de toda laya. Pero no, contumaz en la infamia, hace un mes se reafirmaba en que los niños pueden amar a quien quieran y tener sexo con quien quieran.
Sólo espero que no tenga que pasar por ese trance con sus hijos. Ella se lo merecería, pero los pobres niños no.
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