Los hechos son los que son, y son testarudos.
Es un hecho que la segunda república española
se proclamó, como la primera, ilegal e legítimamente, puesto que el suceso
ocurrió después de unas elecciones que no eran nacionales, sino municipales, y
en la que los partidos republicanos obtuvieron menos votos y concejales
que los monárquicos. Sólo el vacío de poder provocado por la marcha de Su
Majestad el Rey don Alfonso XIII justificaría, de facto, algo que nunca
estuvo justificado de iure.
Es un hecho que la república se constituyó
por media España -de izquierdas, anticatólica, antidemocrática- contra la otra
media. Y eso, siendo generosos en las proporciones.
Es un hecho que la izquierda nunca estuvo
dispuesta a admitir que nadie, salvo ellos, tuviera el poder, y por ello se
opusieron por todos los medios a la voluntad de las urnas, llegando incluso al
levantamiento armado.
Es un hecho que la izquierda buscó la guerra
civil, en la confianza de ganarla. Y es un hecho que la perdieron, en parte por
la saña con que emprendieron luchas intestinas.
Es un hecho que la izquierda nunca ha
admitido todo lo anterior, y que ha hecho todo lo posible por ocultarlo,
reabriendo las heridas ya cicatrizadas de la guerra civil, al tiempo que
insisten, por sedicentes leyes de memoria, que ni son históricas ni
democráticas, en borrar a Franco y al franquismo de la vida pública.
Es un hecho que son tan estúpidos que no se
dan cuenta de que, si siguen borrando a Franco y a los franquistas de la Historia,
va a resultar que la república desapareció ella sola.
Que, realmente, es casi lo que pasó.
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