Feminazis y no tan feminazis, mujeres maltratadas y otras que no lo han sido, defienden la necesidad de la llamada ley de (protección contra) la violencia sobre la mujer, y niegan su carácter específico, privilegiante para unas y discriminatorio para otras.
Afirman, en el mejor de los casos, que el
maltrato de las mujeres hacia los hombres es insignificante, casi inexistente
(en el peor de los casos, directamente niegan de plano tal posibilidad). Igualmente,
han acuñado el término violencia vicaria para aquellos casos en los que un
varón, con el ánimo de hacer daño a su pareja o expareja mujer, lesiona o mata
a los hijos de ambos. Cuando ocurre al contrario -porque ocurre, y más de lo
que están dispuestas a admitir giliprogres y adláteres-, no es violencia
vicaria (eso, si no dicen que algo habrá hecho el varón para merecerlo).
Un resumen palmario de todo lo que acabo de
decir es el caso de la guardia civil que, ante la posibilidad de no poderse
llevar a sus dos hijas a Algeciras, prefirió -antes que ceder la custodia al
padre- asesinarlas y luego suicidarse ella. Pero el ninisterio de Lomismodá
no incluirá el doble filicidio en sus estadísticas, por haber sido perpetrado por una mujer.
Así también me cuadran a mí las cuentas.
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