Leí hace poco que el modo más seguro que tiene un argentino de suicidarse es el tirarse desde lo alto de su propio ego. Una altura equivalente sería la de su irresponsabilidad como nación.
Pocos países en el mundo, teniendo tantos
recursos como para encontrarse en lo más alto, los han dilapidado en tal modo
que se encuentran en lo más bajo. Sólo así se explica que consideren poco menos
que un héroe nacional a un sujeto como Maradona, que sería un mago con el balón
en los pies (o en la mano, llegado el caso), pero que como ser humano era un
perfecto desastre.
Por ello, no es de extrañar que, poco antes
de que comenzara el campeonato del mundo de fútbol que está a punto de
terminar, la ministra de Trabajo del país pidiera priorizar el mundial antes que bajar la inflación (que va camino del cien por cien anual... si es que en España nos quejamos por vicio), puesto que un mes no va a hacer una gran diferencia.
Algo en lo que, implícitamente, la respaldó el jefe del Estado, al afirmar que lo que debemos pensar ahora los argentinos es ver cómo ganamos, con Messi, el Mundial.
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