sábado, 31 de diciembre de 2022

Supertortazo

En un año tan movidito como éste, no está de más que la última entrada normal sea una que trate un tema más ligero, relativamente intrascendente.

Con el cambio de siglo, el cine de superhéroes, que nunca había sido lo que se dice un exitazo de taquilla, se afianzó como una máquina de hacer dinero. Y quien lo afianzó no fue la que había pegado los mayores pelotazos, la DC de Superman y Batman, sino la Marvel que, vez tras vez, había pergeñado productos sonrojantes, de Los Cuatro Fantásticos de Roger Corman al Castigador de Dolph Lundgren.

La recuperación empezó con la trilogía de Blade, siguió con el Spiderman de Raimi. Y aunque el Hulk de Ang Lee fue una cosa un poco rara, el primer Iron Man, clavando al elegir como actor a Robert Downey Jr., sentó las bases de lo que es ahora, indudablemente, el universo cinematográfico más rentable.

En DC, en cambio, no paran de dar bandazos. La trilogía de Nolan sobre Batman cosechó alabanzas de crítica y público, pero desde entonces no acaban de dar con una línea definida. Continuos bandazos, unidos al -para mí- inexplicable dejar de lado el entramado televisivo que -aquí sí- habían logrado montar, conectando unas series con otras.

Y cuando parece que tienen un universo compartido montado, van y lo desmontan, decidiendo no renovar a Henry Cavill como Superman, cancelando la tercera película de Gal Gadot como Wonder Woman…

De desatino en desatino hasta el desastre final.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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