La izquierda española, de la instauración -hablar de reinstauración es una falacia, puesto que ni la Restauración ni la segunda república trajeron una verdadera democracia- de la democracia para acá, ha sido bastante mala, salvo notables excepciones; pero, con todo, y de nuevo con alguna que otra excepción, bastante estúpida.
Es el caso del licenciado en medicina por la
universidad de La Habana, que se dio cuenta -cosa de un cuarto de siglo después
de la aprobación de la Constitución- que el nombre del ente público estatal de
radio tenía peligrosos resabios franquistas (modestamente, yo siempre había
sido consciente de ello, y me hacía bastante gracia). Naturalmente, nadie le
hizo ni refitolero caso.
Ahora, una sedicente Asociación por la
Reconciliación y la Verdad Histórica -curiosa manera de reconciliar el
reabrir las heridas que ya habían cicatrizado- ha mandado una carta al secretario de Estado de Memoria Democrática exigiendo al gobierno que declare
a la Cadena SER como una emisora de radio colaboracionista con el Franquismo
y que proceda de forma urgente a dividirla en múltiples lotes
para dárselos a las asociaciones memorialistas por haberse beneficiado
de la posición de casi monopolio del Franquismo como radio de entretenimiento
político.
Acabáramos: lo que quieren es quedarse ellos con la emisora. Anda que…
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