Durante la Guerra Fría, España fue un aliado fiable de Estados Unidos,
siquiera porque en España mandaba Franco y, si alguna ideología tenía, era un
profundo anticomunismo. Con la llegada de la democracia -no la vuelta,
puesto que nunca hubo una verdadera democracia en nuestro país hasta 1.978-,
los gobiernos de derechas -e incluyo en esta ideología a los de UCD- procuraron
reforzar este vínculo atlántico, promoviendo el ingreso de España en la
OTAN.
La izquierda española, en cambio, siempre sintió un fuerte rechazo por
lo useño, que diría Pío Moa. Tanto que, estando en la oposición, hicieron suyo
el eslogan OTAN, de entrada, no; sin embargo, la llegada al poder les
enfrentó de bruces con la realidad y en uno de esos cambios de opinión tan
propios de los de la mano y el capullo -en esto, como en tantas otras cosas, el
psicópata de la Moncloa no es original, simplemente lleva las cosas al extremo-
pasaron a decir que por el bien de España, vota sí.
El vínculo se reforzó con la llegada de Aznar a la presidencia del Gobierno.
Acertada o erróneamente -eso queda para los opinadores-, optó por apoyar a
Washington en el tema de la guerra de Irak, lo que tuvo como recompensa que en
el contencioso con Marruecos sobre el islote de Perejil, Estados Unidos nos
apoyara a nosotros y no a los moros… lo que tiene su importancia, puesto que
Marruecos es el aliado más fiable de EE.UU. en el Magreb.
Pero incluso ya antes de volver al poder, los socialistas empezaron con
los desplantes: zETAp permaneció sentado al paso de la bandera de las barras y
estrellas, y lo primero que hizo cuando, aupándose al poder sobre doscientos
cadáveres, llegó a la Moncloa, fue salir por piernas de Irak. Tras eso vino la alianza
de civilizaciones, es decir, el convertirse en los tontos útiles de Irán.
Rajoy no hizo mucho por remediar el asunto, y con el psicópata de la
Moncloa al frente del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de
padecer, las cosas han vuelto a donde estaban hace dos décadas: críticas a
Israel, comprensión con los grupos terroristas, apoyo a los regímenes
comunistoides en Iberoamérica y, la última, negarse a participar en la misión
militar contra los hutíes en el mar Rojo.
Estados Unidos ha insistido a España para que se incorpore a esa
misión. España -es decir, su gobierno- se ha puesto chuleta y ha dicho que a
nosotros nadie nos dice qué tenemos que hacer. Luego, que no se quejen.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!