Que el separatismo regional es como un agujero negro que se lo traga todo y nunca queda ahíto es algo que resulta palmariamente evidente para cualquiera que tenga dos dedos de frente y no se haya puesto una venda en los ojos.
Por eso, pretender que la amnistía va a solucionar lo que izquierdas, maricomplejines
y necionanistas llaman el problema catalán no es más que una
falacia, un embuste más grande que el Tibidabo… que, la verdad, no sé (ni me
importa en lo más mínimo) qué tamaño tendrá, pero que presupongo de una cierta
entidad.
Por eso, cuando como, al modo de Villar con el presidente de turno del Barça,
en Moncloa preguntan ¿qué más quieres que te dé, si ya te lo he dado todo?,
desde el lado noroccidental de la plaza de san Jaime contestan el traspaso de todas las competencias sobre maestros y profesores.
Por preguntar.
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