Cuando una persona suena para un puesto determinado -no porque lo diga esa persona, sino porque es una especie de runrún general-, y esa misma persona se descarta para ocupar ese puesto, no es por modestia (porque no se considere capacitado para ese puesto) o por espíritu de sacrificio (se queda donde está para hacer un mejor servicio), sino porque sabe, sin ningún género de duda, que no tiene ni la más mínima posibilidad de alcanzar ese puesto.
Y eso es lo que ha ocurrido con la bruja Piruja, que antes de la
última remodelación sonaba como posible miembro del desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer, o como miembro de una lista para las
próximas elecciones al Parlamento Europeo. Ella solita anunció que se quedaba en Barcelona (pobres ciudadanos de la ciudad condal).
Es decir, que se dio la vuelta cinco minutos antes de que le dieran con la puerta en las narices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario