Hay algo peor que un mono con una ametralladora, y es un necio con poder. Porque si alguien es malvado, pero inteligente, será consciente de sus limitaciones; pero el necio no lo es, y cuando alguien le muestra sus diferencias se ofende y se lo toma como un ataque, reafirmándose en su necedad.
Es lo que ocurrió con la llegada de los neocom al desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer -ojo, que los cocuquistas
son igual de estúpidos; únicamente van (algo) más arreglados-, en el que ocuparon
puestos muy por encima, no ya de sus cualificaciones (en España abundan los
burros titulados), sino de sus aptitudes.
Y regularon sobre materias sensibles sin más guía que sus dogmas ideológicos,
y pasó lo que pasó: que han sacado normas demenciales con consecuencias
terribles. No potencialmente, sino de manera efectiva.
Y como una imagen vale más que mi palabras -si las imágenes se reproducen a razón de veinticuatro fotogramas por segundo, ya ni te cuento-, un youtuber -parece que algunos sí que sirven para algo- ha grabado un documental con cámara oculta relatando su cambio de sexo gracias a la ley trans. Para demostrar la locura de esta ley (sic), muestra qué pasa cuando acude con su nuevo documento nacional de identidad a un gimnasio femenino o a pedir ayudas para mujeres.
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