Ya hace cosa de medio siglo se acuñó la expresión de que un socialista es alguien capaz de afirmar una cosa y la contraria, con el remoquete de y sostener que ambas son ciertas y progresistas.
Ahora, el psicópata de La Moncloa ha llevado un paso más allá otra
cínica observación de los primeros vagidos de nuestra democracia, aquella que
decía que las promesas electorales se hacen para no cumplirlas.
Y es que Sin Vocales hace promesas a sabiendas de que no podrá
cumplirlas (con varios centenares de asesores, digo yo que alguno se habrá dado
cuenta, ¿o no?). Y no son promesas a los votantes, que ante esos sólo se
responde cada cuatro años, sino a los secesionistas que son los que le permiten
seguir detentando la presidencia del desgobierno socialcomunista que tenemos la
desgracia de padecer.
Porque les ha prometido la transferencia de la competencia en materia
de inmigración… cuando resulta que esa competencia corresponde única y exclusivamente a la Administración estatal. Es decir, que lo que no le permitirá
cumplir su promesa, suponiendo que tenga voluntad de hacerlo (que es mucho
suponer), es el ordenamiento jurídico.
Como si eso les hubiera importado alguna vez a los de la mano y el capullo, ¿verdad, Paulino?
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