Suele decirse que la banda terrorista vasca de ultraizquierda nació en las sacristías. En efecto, fueron bastantes los miembros del clero vasco que prestaron no sólo comprensión, sino incluso ayuda, a los del hacha y la serpiente.
Pero, como los escorpiones, los terroristas no pueden traicionar su
naturaleza. Y, aunque de momento no maten, como los malnacidos que son, son
desagradecidos. Y como tienen al psicópata de la Moncloa bien agarrado por los
dídimos, le exigen la reversión de los bienes eclesiásticos que, siempre según
la izmierda, estarían indebidamente inmatriculados a nombre de la
Iglesia Católica.
En el infierno, Setién y Arzalluz estarán, espero, aullando de rabia.
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