Siempre he dicho que, dejados a su aire, las dos facciones principales del secesionismo catalán se despellejarían mutuamente. No es sólo por contraposición ideológica -conservadores los jotaporcatos, fascistas (es decir, nacionalistas y socialistas) los ierreceos-, sino por envidia, por el ansia viva de ser ellos, y no los otros, los que consigan cualquier miga, pequeña o grande, que rapiñen del Estado.
Y la cosa ya es a calzón quitado, sin ambages ni disimulos. Y así, Cocomocho
ha advertido al presidente del consejo regional de gobierno que no tolerará
las presiones del ejecutivo regional a favor del psicópata de la Moncloa. Que
él hará lo que considere oportuno.
Será que la distancia da una mejor perspectiva.
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