Parece bastante evidente que el psicópata de la Moncloa es capaz de cualquier humillación para mantenerse un minuto más detentando el poder. Lo malo es que, siendo la segunda autoridad del Estado, con su humillación humilla a toda España.
Así, cuando dobla la cerviz ante la bandera regional catalana, mientras
el presidente del consejo regional de gobierno -ese cuyo apellido denota el origen
de la cuatribarrada- esconde la española, es a toda España a la que humilla ante
los secesionistas de la barretina.
Y cuando anuncia una ley lingüística para favorecer ese dialecto del occitano que se hablaba en Barcelona -¿no se dan cuenta de que, si tanta ayuda necesita, a lo mejor lo más piadoso sería aplicarle la eutanasia, postura por otro lado tan acorde con su ideología de la muerte-, y el traspaso de la renta mínima tras reunirse con el susodicho, es el idioma de todos y el dinero de todos el que cede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario