Cuando empezó esta serie, el tema era lo relacionado con la pandemia de la COVID-19. Pero, al igual que la ocurrido con la dedicada al proceso secesionista, que empezó con el juicio a los responsables del mismo, trata ahora de lo sucedido después de la pandemia, de sus consecuencias. Porque, gracias a Dios, la pandemia acabó o, al menos, su impacto ha disminuido lo bastante como para poder volver a una vida más o menos normal.
Por la regla del first in, first out que sigo para publicar las
entradas, a ésta le tocaría dentro de un mes. Dos razones me han impulsado a
publicarla ahora: que llevaba mucho tiempo sin tocar el tema del coronavirus, y
que a saber qué habrá pasado dentro de un mes.
Que la adquisición de suministros médicos durante la pandemia, estando en
el gobierno quien estaba, iba a convertirse en una especie de puerto de
arrebatacapas, era algo que se percibía incluso en aquellos momentos. Los de la
mano y el capullo siempre han sido una panda de chorizos, y con el tiempo lo
único que mejora son los buenos vinos. Si a eso le unimos que el nivel de
preparación académica (de la profesional ya ni hablamos) es cada vez más
ramplón, tenemos que quien aparentemente monta una red de rapiñamiento de los fondos públicos fue portero de prostíbulo; que la trama se montó, no con
ocasión de la pandemia, sino que a los seis meses de que el psicópata cambiara
el colchón de la residencia oficial del cargo que detentaba y detenta ya estaba operativa; que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer
no justificó el paradero de setecientos cuarenta y ocho millones de euros para
comprar material sanitario a las comunidades autónomas durante la pandemia; y
que, visto todo lo anterior, han vuelto a encender el ventilador de la mierda e
intentan implicar a todos los barones del Partido Popular en el
escándalo de las mascarillas, fijándose como objetivo al líder de la oposición.
Por ello, y por mucho más…