Las conspiraciones existen, eso es un hecho. También es probable que no todas las conspiraciones que se supone rondan por ahí sean ciertas, per ¿por qué nos las creemos?
En mi opinión, viene a ser el reverso de la
navaja de Ockham. Según este principio, en igualdad de condiciones, la
explicación más simple suele ser la más probable. Pero hay veces en que a
algunos, tanta simplicidad les parece sospechosa. Vienen a pensar, más o menos,
que la cosa no puede ser tan sencilla, o que hay una mano negra detrás (o por
encima) moviendo los hilos. Y esto vale tanto para el asesinato de John
Fitzgerald Kennedy (la bala fantasma, el segundo tirador y, finalmente, la
posibilidad de que prácticamente todo el mundo salvo el propio presidente y
-quizá- su mujer estuviera involucrado) como para los atentados del 11 de Marzo
de 2.004 en Madrid (aquí, la cosa se complica si aplicamos la regla del cui prodest).
Es decir, que el que muchos conspiranoicos estén errados no quiere decir que todos lo estén. Como decían en Enemigo público, no es paranoia si de verdad te persiguen…
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