El gran problema con la izquierda española -hablo de los políticos, no de los votantes: esos, en general, lo que son es necios- no es que sean corruptos, asesinos, ladrones y embusteros. Históricamente lo han sido siempre y, puesto que no muestran ni contrición ni propósito de enmienda, es bastante seguro que lo serán en el futuro.
No: el problema es que en la derecha es
infrecuente que nadie les diga las del barquero. Cuando eso ocurre, la
izquierda se descompone, brama y escupe espumarajos como las bestias rabiosas
que son. Por eso no podían soportar a Esperanza Aguirre, que con su voz aflautada
y tirando de ironía les recordaba los muchos delitos cometidos por la izquierda
patria a lo largo de la Historia. Por eso se les atraganta Isabel Díaz-Ayuso,
que por iniciativa propia o con los guiones que les prepara Miguel Ángel Rodríguez
-hace tiempo que dije que en todos los partidos hace falta un perro de presa-
les descoloca un día sí y otro también (y todavía hay algunos que dicen que no
sabe ni leer… pues anda, que si supiera).
Por eso, entre otras cosas, escribo este
blog. Para decir, clarito y sin cortapisas, lo que pienso en general, y de la
izquierda en particular. Para decir que, si el criterio de la izquierda es que
Isabel Díaz-Ayuso debería dimitir por los chanchullos de su pareja cuando
todavía no era su pareja, tanto más debería hacerlo el psicópata de la
Moncloa por los trapicheos de su cónyuge, que están siendo investigados por la UCO. Porque, como dice Díaz-Ayuso desde Chile, es hora de que la segunda autoridad
del Estado y su pareja den explicaciones.
Y luego, que se larguen.
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