Casi un mes después -¿y quién habla ya del tema, de los muertos, de los asesinos y del incendio?- puede resultar un poco ventajista decirlo, pero cuando tuvo lugar el atentado terrorista en Moscú mi pensamiento fue que, del algún modo, el autócrata del Kremlin encontraría la manera de echar la responsabilidad sobre los hombros del país de su tocayo.
Y no me equivoqué, porque al tiempo que anunciaba la detención de todos
los autores materiales del atentado, afirmaba que fueron detenidos cuando se
dirigían a la frontera ucraniana donde les habían preparado una entrada en
el lado ucraniano para cruzar.
Tampoco es que hubiera que ser un lumbrera para adivinar que algo así
iba a pasar.
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