La ausencia de escrúpulos es uno de los rasgos del psicópata de la Moncloa. Hace lo que sea -hasta el ridículo- con tal de seguir detentando el poder un solo minuto más.
De vuelta de su (enésima) tournée por el
extranjero, Sin Vocales se pasó por el Valle de los Caídos (que le llame
de Cuelgamuros su refitolera madre) a agitar de nuevo los fantasmas de la
Guerra Civil, a echar sal en las heridas, a explotar el comodín de Franco, en
resumen.
Para ello, se pasó por las criptas donde se
intentan clasificar los huesos de los allí enterrados, disfrazado de operario de fábrica de electrodomésticos y poniendo cara de concentración (que, como en
el caso de Will Smith en After Earth queriendo parecer intenso, lo que
parece es que está intentando no cagarse encima). Lo que pasa es que los forenses que le acompañaban llevaban tres meses sin pisar el Valle y, además,
los restos que examinaban no eran de caídos del bando rojo (de nuevo, que les
llame republicanos su refitolera madre), sino del bando nacional.
Si yo fuera Begoña, tendría cuidado: por seguir durmiendo en la Moncloa, este sujeto es capaz de dejarla caer también a ella.
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