En los partidos políticos en general, las notas discordantes, los versos sueltos, los que van por libre, en resumen, son bichos raros. Como muy bien señaló el hermano del hermano de miemmano (es decir, el propio miemmano), el que se mueve no sale en la foto. Y como todos quieren salir en la foto, porque en general (y cada vez más) no tienen otro modo de ganarse la vida (a todo trapo) que posar, pues procuran estarse quietecitos.
En los partidos de izquierdas, al menos en
los españoles, esto ocurre con más frecuencia, básicamente por lo acostumbrados
que están a realizar purgas. Afortunadamente, ya no son como las de antes, y se
sale vivo de ellas; pero fuera del encuadre (por seguir con las metáforas
daguerrotípicas) se vive mal y hace mucho frío.
A lo que vamos: cuando desde Ferraz se lanza
una consigna, la repiten todos como papagayos. Es como cuando tiras una pelotita
al perro, que el cánido sale detrás a toda pastilla. Y como el psicópata de la
Moncloa ha dicho que hay que exigir la dimisión de la presidente de la
comunidad de Madrid, allá que va el delegado en Madrid del desgobierno
socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, pidiendo la dimisión de Díaz-Ayuso
por mentir; el resto de la oposición, mientras, pide el cese de su jefe de gabinete.
Viendo como pone de los nervios a la patulea socialcomunista, si yo fuera Díaz-Ayuso le subía el sueldo pero ya.
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