Seré breve: con independencia de los resultados, el reparto de poder y quien finalmente siente sus reales en la sede de la presidencia del consejo regional de gobierno, ha ganado la organización terrorista ETA.
Porque, digan lo que digan los giliprogres,
los maricomplejines y los pánfilos, ETA no ha desaparecido. Ni siquiera
ha sido vencida, ni ha entregado las armas, ni se ha disuelto, ni ha pedido
perdón, ni ha ayudado a esclarecer los crímenes todavía no resueltos. Y no lo
ha hecho, lisa y llanamente, porque no lo necesita. Y no lo necesita porque ha
ganado.
Más de uno de cada tres parlamentarios
regionales es del partido de ETA. Un número igual es de los seguidores del
orate, esos que recogían las nueces del árbol que los terroristas agitaban. Una
docena son los de la mano y el capullo, antes encubridores, ahora blanqueadores
y siempre simpatizantes de los terroristas, nunca parte de la solución y siempre del problema.
Así que, ¿quién ha ganado realmente?
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