No es que la materia prima original fuera como para tirar cohetes -consecuencia ineluctable de las sucesivas leyes educativas de la izquierda y de la personalidad tóxica y agresiva del psicópata de la Moncloa que comanda el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer-, pero prácticamente todos y cada uno de los sucesivos miembros que han pasado por el consejo de ninistros han actuado como una panda de energúmenos vociferantes.
Da lo mismo que sean de los de la mano y el
capullo o de la hoz y el martillo, indoctos egabrenses o pitecántropos redivivos,
filósofos pericos o portacoces gesticulantes, ególatras con sobredosis de laca o
cajeras de gran superficie, monfloritas vascongados u hormigas atómicas, lleven desde el minuto uno o acaben de llegar: todos gritan, todos chillan, todos
escurren el bulto, todos mienten, todos calumnian, todos meten la pata.
Porque hace cosa de un mes, la ninistra
de Desigualdad arremetió, histérica, contra el Partido Popular, chillando lo siguiente:
Llevamos 48 horas con dos mujeres asesinadas y dos niños asesinados por violencia vicaria. ¡Vergüenza! ¡Vergüenza! ¡Vergüenza! ¡No se puede! ¡No se puede! ¡No se puede! ¡Vergüenza mezclarlo todo! ¡Vergüenza mezclarlo todo! ¡El negacionismo mata! ¡El negacionismo mata! ¡Y ustedes son cómplices! ¡Cómplices de ese negacionismo! ¡Y llevamos 48 horas terribles! ¡Terribles, de violencia de género! ¡De violencia machista! ¡Terribles! ¡Y aquí tenemos que estar juntos!
Frente a semejante chorreo de invectivas, todas y cada una rebatibles, yo sólo tengo una pregunta: ¿quién promovió y aprobó la ley que suelta a violadores y matratadores?
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