Uno de mis mantras personales, tanto en mi vida privada como en la laboral -más en esta última- es que, en lo referente al mundo de los ordenadores, no hay imposibles.
Las cosas llevarán más o menos tiempo,
costarán más o menos esfuerzo, pero al final todo es cuestión de potencia de
cálculo, de ancho de banda, de horas de trabajo… en resumen, de dinero. A
diferencia de lo que ocurre en el mundo real -Petisú no hablará
salpimentando a voluntad el seseo y el ceceo ni aunque apliques toda la fortuna
de Elon Musk o de Carlos Slim-, en el entorno de los unos y los ceros, si metes
suficiente dinero, acabarás consiguiendo lo que pretendes.
Que la cosa compense o no, que sea rentable o deje de serlo… bueno, esa es otra historia.
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