domingo, 7 de abril de 2024

Pelea de gates

El problema de las ideologías extremistas es que tienden a ser intolerantes. No sólo con quienes no comparten en absoluto su cosmovisión, sino incluso entre ellos mismos, al considerar que unos son demasiado blandos o que otros se han pasado de frenada.

Es el caso del feminismo actual, escindido en dos corrientes irreconciliables y que se detestan con odio africano, aunque una de las dos -la más moderada- tienda a guardar las formas: lo que podríamos llamar feminismo clásico, y lo que se conoce como feminazismo. Este último no es más que un machismo con ovarios, o un hembrismo: no quiere poner a la mujer al mismo nivel que al varón, sino por encima.

Y claro, como en el feminazismo tienen que ir cada vez más lejos, han pasado a englobar todas las opciones sexuales -en el sentido de función corporal, no de identidad genética- que quepa imaginar: homosexuales de ambos sexos, asexuales, bisexuales, transexuales, pansexuales y, prácticamente, cualquier prefijo que se pueda adherir a la palabra sexual, salvo hetero. Eso que, para resumir, yo denomino NoCHe (No Cisgénero Heterosexual).

Y cuando pones a un fanático indocumentado (o una fanática indocumentada, más bien) a cargo de la máquina de emitir leyes, te salen engendros como la llamada ley trans, por la que basta decir que una persona se siente hombre (o mujer) para pasar a ser considerado, automáticamente, como eso que dice que se siente.

Pequeña digresión: hace años circulaba un chiste en el que un hombre llegaba a su casa y le decía a su esposa cariño, tengo dos noticias, una mala y otra buena, la mala es que me siento mujer, la buena es que soy lesbiana. Pues bien, ese chiste ya no es un chiste, porque más de uno y más de dos hombres con (literalmente) toda la barba han declarado sentirse mujeres y lesbianas.

Contra estos, la federación de NoCHes ha hecho un llamamiento a la Fiscalía para que actuase con contundencia y rigor frente a lo que calificaba de fraudes de ley. Como individuo con formación jurídica, estaría de acuerdo con ellos, salvo por un detalle: no han forzado la norma para nada, es que es tan rematadamente mala que era sólo cuestión de tiempo que ocurriera.

Y los militares transexuales han contraatacado, diciendo que están siendo víctimas de una discriminación por parte de los activistas NoCHe y reclamando al ministerio público que actúe contra los mismos por un delito de incitación al odio.

Pues nada, que se despellejen entre ellos…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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