El problema de las ideologías extremistas es que tienden a ser intolerantes. No sólo con quienes no comparten en absoluto su cosmovisión, sino incluso entre ellos mismos, al considerar que unos son demasiado blandos o que otros se han pasado de frenada.
Es el caso del feminismo actual, escindido en
dos corrientes irreconciliables y que se detestan con odio africano, aunque una
de las dos -la más moderada- tienda a guardar las formas: lo que podríamos
llamar feminismo clásico, y lo que se conoce como feminazismo. Este
último no es más que un machismo con ovarios, o un hembrismo: no
quiere poner a la mujer al mismo nivel que al varón, sino por encima.
Y claro, como en el feminazismo tienen
que ir cada vez más lejos, han pasado a englobar todas las opciones sexuales
-en el sentido de función corporal, no de identidad genética- que quepa
imaginar: homosexuales de ambos sexos, asexuales, bisexuales, transexuales,
pansexuales y, prácticamente, cualquier prefijo que se pueda adherir a la
palabra sexual, salvo hetero. Eso que, para resumir, yo denomino
NoCHe (No Cisgénero Heterosexual).
Y cuando pones a un fanático indocumentado (o
una fanática indocumentada, más bien) a cargo de la máquina de emitir leyes, te
salen engendros como la llamada ley trans, por la que basta decir que
una persona se siente hombre (o mujer) para pasar a ser considerado,
automáticamente, como eso que dice que se siente.
Pequeña digresión: hace años circulaba un
chiste en el que un hombre llegaba a su casa y le decía a su esposa cariño,
tengo dos noticias, una mala y otra buena, la mala es que me siento mujer, la
buena es que soy lesbiana. Pues bien, ese chiste ya no es un chiste, porque
más de uno y más de dos hombres con (literalmente) toda la barba han declarado
sentirse mujeres y lesbianas.
Contra estos, la federación de NoCHes ha
hecho un llamamiento a la Fiscalía para que actuase con contundencia y rigor
frente a lo que calificaba de fraudes de ley. Como individuo con formación jurídica,
estaría de acuerdo con ellos, salvo por un detalle: no han forzado la norma
para nada, es que es tan rematadamente mala que era sólo cuestión de tiempo que
ocurriera.
Y los militares transexuales han contraatacado,
diciendo que están siendo víctimas de una discriminación por parte de los activistas
NoCHe y reclamando al ministerio público que actúe contra los mismos por un
delito de incitación al odio.
Pues nada, que se despellejen entre ellos…
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