martes, 23 de abril de 2024

Hundiéndose a toda prisa

Si el grupo Prisa en general, y el diario El País en particular, crecieron de tal manera fue porque crearon una relación simbiótica con el poder socialista, no por las habilidades empresariales (lícitas y decentes, se entiende) de Jesús Polanco.

Cómo se explica, si no, que siendo la televisión un servicio público, una de las tres primeras concesiones a cadenas privadas se otorgara a un canal de pago que fundaba su oferta en partidos de fútbol y películas pornográficas. O que cuando una cadena de radio molestara, se permitiera por parte del poder la compra y cierre de esa cadena por parte del grupo Prisa. O que se tuviera el descaro de convertir el canal codificado en abierto apelando a una imprecisa demanda social, que debía ser bastante escasa puesto que siguió siendo el canal con menos audiencia.

Desaparecido el sujeto sin escrúpulos que, como tantos otros, pasó de camisa vieja a chaqueta nueva, y minado el poder omnímodo de los de la mano y el capullo, la fuerza irresistible del mercado fue erosionando el antaño aparentemente inconmovible monolito mediático, y sucesivas ayudas por parte de los poderes públicos no han hecho sino alargar la agonía.

Y ahora, cuando ya están para el arrastre, el que lo fuera todo en el grupo, tanto que le hicieron académico de la lengua sólo para compensar que también lo hacían al que fuera director de ABC, ha sido fulminantemente destituido como presidente de honor del diario independiente de la mañana.

Resulta hilarante ver cómo las ratas se expulsan unas a otras mientras la nave se va a pique…

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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