No voy a entrar a juzgar aquí si los transexuales tienen un problema mental o no, aunque tenga una opinión bastante clara al respecto (y el hecho de que no vaya a dar esa opinión es un indicativo bastante claro, creo yo, de cuál puede ser la misma).
Me voy a limitar al hecho de que existen
personas transexuales: personas que, siendo genética y anatómicamente hombres,
o mujeres, se sienten como del sexo contrario. Y esas personas, en general,
procuran operarse, para que su aspecto externo se corresponda con el del sexo
al que sienten pertenecer realmente.
Tenemos, pues, dos casos posibles: una mujer
que se siente hombre, o un hombre que se siente mujer. En el primer caso, se
operará para parecer un hombre: se extirpará los pechos, se hará construir
un pene (incluso uno funcional), probablemente se hormone para desarrollar
el vello corporal.
El hombre que se siente mujer, por el
contrario, se implantará prótesis mamarias, se emasculará, se hará construir
una vagina y, de nuevo probablemente, se hormonará para feminizarse. Lo curioso
es que, cuando un hombre se opera para convertirse en mujer, en ningún
caso pide parecerse a, por ejemplo, Cristina Almeida. No, todos piden convertirse
en pibones de esos que hacen girar la cabeza, en la fantasía sexual de
cualquier varón normal.
Por eso el título de esta entrada: los
transexuales, o se convierten en varones, o en la fantasía de uno. De lo más
machista, retrógrado y heteropatriarcal que te puedes echar a la cara, vamos.
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