La corrupción es algo tan concomitante al partido de la mano y el capullo que incluso a finales de los ochenta, cuando desde el gobierno (socialista, claro) se decía que todo eran casos aislados, los casos eran tan numerosos que se tocaban unos con otros.
Un tercio de siglo largo después, las cosas no han variado ni un ápice. Coges un caso y, como en el proverbial cesto de cerezas, tiras de él y van saliendo, enganchados, todos los demás.
Por ello, el que la Unidad Central
Operativa de la Guardia Civil crea que hay tramas conectadas a la de las
mascarillas porque las comisiones son excesivas para el fraude destapado no me
supone ninguna sorpresa.
Tratándose de esa banda, cualquier grado de corrupción en el que se
pueda pensar siempre se quedará corto.
Por ello, y por mucho más…
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