Aunque vista trapitos caros y pasee (iba a decir luzca, de donde no hay no se puede sacar) un aliño capilar de -estoy seguro- cientos de euros, una comunista siempre será una comunista. Por lo tanto, caerá dentro de lo que alguien -no se si Churchill o Einstein- definió como -vuelven las dudas- locura o estupidez: intentar conseguir un resultado distinto empleando los mismos métodos.
Hace ahora un siglo, el experimento soviético
de colectivizar las tierras de labranza provocó un desastre agrícola además de
una hambruna de proporciones genocidas. Ahora, la tucán de Fene pide nacionalizar
tierras para crear un banco público de comunas que dé independencia
al campo.
Entre esto y el exprópiese de Hugo Chávez media un océano de distancia. Pero sólo en términos geográficos, porque en el aspecto ideológico están más próximos que unos hermanos siameses.
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