El problema, desde mi punto de vista -eh, es mi blog, ¿qué punto de vista quieres que ponga?-, con el sistema penal español es que es demasiado blando, demasiado buenista. Está enfocado, dice en alguna parte, a la rehabilitación del delincuente.
El problema es que hay algunos delincuentes,
porque no pueden o porque no quieren, que jamás se van a rehabilitar. Además,
el sistema de beneficios penitenciarios y demás hace que, en cierto modo, compense
delinquir. Ahí están los terroristas vascos -es un decir, algunos son más
castellanos que yo- de ultraizquierda: a los más sanquinarios, cada una de sus
muertes les sale por menos de un año en prisión.
El sistema penal debería estar estructurado
de modo que los delincuentes delinquieran porque no les queda otro remedio. Que
tuvieran, no digo respeto, pero sí miedo a las fuerzas del orden. Que un clan
de narcotraficantes no pudiera amenazar a la guardia civil en su propio cuartel
(de Barbate) diciéndoles que les tenía que pasar como a los del puerto.
Pero no es así, y así nos va.
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