Sobre este libro tengo que hacer una serie de
consideraciones previas, antes de entrar en el comentario propiamente dicho.
La primera, que ya me lo había leído hará
unos treinta años. Lo que ocurre es que el libro no era mío, sino que me lo
prestaron, y desde entonces no había vuelto a cruzarme con él, aunque recordaba el personaje de don Quiquí y la escena final.
Lo que nos lleva a la segunda consideración. De
vez en cuando me da por mirar si esos libros que tengo pendientes de adquirir,
libros que llevo buscando mucho tiempo -y éste era uno de esos libros- aparecen
por alguna parte. Hará un año me dio por buscar éste, y lo encontré.
Lo que, a su vez, me lleva a la tercera
consideración. Siempre había pensado que Guareschi había publicado cinco
volúmenes de historias de don Camilo: Don Camilo, El regreso de don Camilo,
Don Camilo y su parroquia, El camarada don Camilo y Don Camilo
y los jóvenes de hoy. Mis padres compraron en su día el primero -que fue
con el que me inicié-, y yo adquirí más tarde el segundo y el cuarto. Pero cuando
investigué sobre el quinto, investigación que desembocaría en su adquisición,
me encontré con que no había un tercero: Don Camilo y su parroquia no es
más que la traducción literal del título en italiano del volumen que aquí se
llamó El regreso de don Camilo. Con lo que, al comprar el volumen del que
se ocupa esta entrada, maté dos pájaros de un tiro.
La cuarta y última es que con este libro he roto la regla de leer en el orden de adquisición. En realidad, tocaba después del que viene a continuación, pero mientras acababa el anterior fui leyendo a saltitos y acabé terminándolo.
Y ya entro en el comentario. A diferencia de
los dos primeros volúmenes, y de modo similar al Camarada, los distintos
episodios, aunque autoconclusivos, forman parte de una trama mayor, de una
historia que se desarrolla a lo largo de la novela. Hay, claro está, episodios
que aportan poco o nada a esa trama general, pero hay un hilo conductor a lo
largo del volumen.
Leída la obra con treinta años más de vida (y
de experiencia) me ha permitido apreciar el pensamiento de Guareschi, o lo que yo
creo que puede ser su pensamiento. Un pensamiento cristiano, antimarxista y
profundamente optimista, puesto que considera que en todos los hombres (o casi),
incluso en los más comunistas, hay un fondo de bondad (y, si no, se fabrica a
trompadas y ya está).
No deja de ser curioso que el hoy de
los jóvenes de la novela es, aproximadamente, el de mi nacimiento; es decir, el
de mis padres, o poco después. Más de medio siglo después, las cosas no parecen
haber cambiado demasiado, quizá porque el ser humano es el único animal que
tropieza varias veces en la misma piedra.
Para acabar, me quedo con una frase de la
obra:
Si negásemos la existencia de Dios, negaríamos
nuestra propia existencia y la de todo el Universo. Somos rebeldes, pero
nuestra rebelión es contra los hombres, no contra Dios.
Amén.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!